La segunda tarde de Masters of Rock prometía clásicos ochenteros con 3 grandes bandas: Queensryche -que luego de 17 años nos vuelve a visitar-, Europe y Scorpions, para cerrar un festival que, en general, brilló por su buen sonido y escenarios espectaculares.
Pero antes, para calentar motores, comenzó los nacionales Enigma. La banda liderada por Álvaro Paci, periodista de canal 13 y Radio Futuro, con un Movistar Arena al 30% de su capacidad, mostraron material de su discografía, iniciando con “Los 33” de su álbum “Irreversible”. Durante su show, tuvieron un invitado muy querido en la escena rockera nacional, Leonardo Antonio Corvalán, conocido baterista nacional de Chancho en Piedra, Los Mox! y 31 Minutos, quien les acompañó en las voces, en la canción “Voces Desidentes”. Finalizaron con “Lo que va a Venir” y “El Camino del Dolor”, donde el vocalista, Nelson Montenegro, pudo demostrar que su voz se acopla muy bien al conjunto. La audiencia ya estaba lista para comenzar a recibir a las bandas internacionales.
Media hora después, Queensryche se hace presente en el escenario con un setlist que se centró en el emblemático álbum “Operation: Mindcrime”, por lo que la audiencia quedó muy conforme. Sin embargo, la ausencia de la powerbalad “Silent Lucidity” les sigue pesando, debido a que, al parecer, la han dejado de tocar en vivo por problemas con el ex guitarrista Chris DeGarmo, quién dejó la banda en 1998.
Comenzaron con “Queen of the Reich”, donde destacó inmediatamente la voz de Todd LaTorre (ex Crimson Glory), quien logra ponerse en los zapatos de Geoff Tate. Con “Operation: Mindcrime” y “Walk in the Shadows” relució el excelente sonido que iba a reinar en todo el festival, destacando la maravillosa combinación del bajo de Eddie Jackson y la batería de Scott Rockenfield.
Michael Wilton, en la guitarra, hace muestra de su experticia con dos temas sacados del mismo álbum, “Breaking the Silence” y “I Don’t Believe in Love”.
Luego, fue momento de escuchar éxitos sacados de dos álbumes importantes en la carrera de los progresivos, “Empire” y “The Warning”, destacando “Take Hold of the Flame” con su hermoso solo de guitarra.
Ya finalizando una hora de presentación, los americanos se despiden del Masters of Rock con “Eyes of a Stranger”, teniendo una excelente presentación y prometiendo volver.
Otra media hora de descanso y a las 20:30 hrs. en punto sale Europe, banda sueca con un gran cargamento de éxitos en su espalda, y que ya nos habían visitado no hace mucho, a menos de 3 años en el mismo Movistar Arena.
Comienzan con “On Broken Wings”, una de esas rarezas de la banda sacada del B-Side del “The Final Countdown”. Con un lindo y gracioso “conchesumadre” saluda Joey Tempest, desatando las risas y vítores de la audiencia. Era momento de un clásico; “Rock The Night” comienza a sonar y el público reacciona con saltos a los primeros riffs.
Continuaron con “Walk the Earth”, “Scream of Anger”, “Sign of the Times” y “Hold your Head Up”, donde Joey interactuaba con la audiencia del recinto, instando a que hiciéramos preguntas o preguntando que queríamos escuchar. Con un “canten conmigo” comienza a sonar “Carrie”, y las parejas de todas las edades que estaban en la cancha, se abrazan y encienden las luces de sus celulares para generar un ambiente mucho más íntimo.
Es probable que Europe sea la banda con más éxitos radiales de esta versión de Masters of Rock. Destacaron “Stormwind”, “Open Your Heart”, “More than Meets the Eye”, “Ready or not” y, por supuesto, no podía faltar “Superstitious”, en que Joey presentó a toda la banda, contando la historia de cómo hace 45 años atrás, en una fría y oscura noche en Stockholm, conoció a quien más tarde sería una leyenda, al guitarrista John Lord.
Unos segundos de descanso y comienza el encore que dió paso a “Cherokee” y a la canción que los catapultó a la fama mundial, “The Final Countdown”, cuando sucedió una anécdota. Durante estos últimos temas, personas del público de varios países le pasaron sus banderas a Joey, quien las recibió muy atentamente. No fue solo una, si no que al menos tres las que le llegaban, pero no fue hasta el final que recién lograron pasarle una bandera chilena, lo que desató los aplausos de todo el recinto; y es que creo que todos estábamos pensando en por qué nadie le acercó una de nuestro país antes.
Se despidieron con un nuevo y gracioso “conchesumadre” y un “nos vemos pronto”. Sin lugar a dudas, un excelente show que demuestra que tenemos Europe por muchos años más.
Era el turno para el acto final de dos días de rock y metal. Los alemanes Scorpions comenzaron mostrando una introducción como si fuera un documental de la banda, comentando que es una de las más importantes del rock, teniendo más de 5.000 presentaciones en vivo, más de 30 giras por muchos países del mundo, invitándonoss a dimensionar la majestuosidad de escenario que tienen, con un importante juego de luces, una gigantesca pantalla led y una pirámide en el centro del escenario, que en su cúspide se mostraba la monstruosa batería de Mikkey Dee (Motörhead).
60 años de trayectoria dieron comienzo con “Coming Home”, “Gas in the Tank” y “Make it Real”, donde vimos a un envejecido Klaus Meine, que, si bien, su físico no lo acompañaba del todo, su voz se mantiene intacta.
Rudolf Schenker, Mathias Jabbs y Paweł Mąciwoda se mantienen físicamente muy bien, considerando que tienen más de 70 años. En todo momento se ve que cada uno de ellos estuvo disfrutando el show, completamente entregados al público, y regalando uñetas después de cada canción, tal como Klaus también regaló baquetas luego de tocar un cencerro.
Con “Bad Boys Running Wild” el show comenzó a sentirse épico dado que los éxitos comenzaron a sonar uno tras otro. Si bien, la pronunciación de Klaus en sus líricas no eran perfectas, asumamos que ya tiene casi 77 años, perdonamos estos pequeños errores. Era el momento de un par de power ballads con “Send me an Angel” y “Wind of Change”, que el público recibió de forma afectuosa con sus parejas y cantando junto a la banda.
Luego de que sonara “New Vision”, comenzó, lo que para mi y para muchos, fue el mejor momento de la noche. Primero, con un increíble solo de bajo, Pawel presentó sus credenciales como uno de los mejores intérpretes de este instrumento en el mundo. Pero, no es hasta que Mikkey se queda solo en el escenario que comenzó a tocar un solo de batería monstruoso que, acompañado con el excelente trabajo de iluminación y producción visual, hicieron que este momento sea inolvidable.
Luego de “Tease me Please me” suenan la increíble “Big City Nights”, poniendo fin a la primera parte del show. Posteriormente, la banda completa se reunió en la pasarela que dividía en dos casi por completo la cancha preferencial para saludar a la audiencia.
Un leve descanso y comienza a inflarse un escorpión detrás de la batería de Mikkey que daría pié para los últimos tres temas del concierto. “Black Out”, una canción que a criterio de muchos conocedores del género, permitió que el power metal existiera, la última power ballad de la noche, “Still Loving You”, y el clásico de clásicos “Rock You Like a Hurricane”.
Un concierto increíble y que no se nos borrará de la memoria es lo que hizo Scorpions en esta segunda y última noche de Masters of Rock Chile 2025.
Lo bueno y lo malo del festival.
Comencemos con lo positivo. El sonido estuvo a la altura, destacando sobre todo el trabajo prolijo realizado en Opeth el primer día. La producción visual e iluminación fue superior para las bandas que cerraban el festival en cada uno de sus días, lo cual hizo que, quizás, se desperdiciara tanto despliegue y que las otras bandas no lo usaran.
El lugar, el Movistar Arena, es un lugar adecuado para este tipo de festivales, porque ofrece no solo el espacio para el concierto, sino que también espacio para comer y beber lo que queramos, que para un evento familiar como este, es más que bienvenido.
Sobre lo negativo, hay solo dos puntos en que debemos hacer hincapié en este tipo de festivales, que tiene que ver con la comunicación entre guardias y producción. En variadas ocasiones, encontramos que la seguridad fue un poco desmedida y que algunas de las decisiones que tomaban carecían de sentido, como cerrar con personal cierta parte de la cancha que tenía espacio suficiente para que más gente estuviera más holgadamente distribuida.
Por otro lado, tampoco parece correcta la decisión de dejar a los gráficos en el sector de vallas que separaba la cancha de la preferencial. Se puede entender que sea una decisión por seguridad, pero dificulta mucho la ardua tarea que es inmortalizar el paso de una banda por nuestro país.
Sin embargo, esperamos que todo sirva de experiencia para que sigamos disfrutando nuevas versiones de un festival que ojalá haya llegado para quedarse.