Lacrimosa regresaba por décima vez a nuestro país, esta vez para presentarse en el recinto de calle Nataniel Cox.

Foto: Cristian Madariaga

A las 7 en punto comenzó la oscura velada con la presentación de Dead Christine, artista nacional poseedora de un ceremonial y lúgubre sonido que deleitó a los asistentes que de a poco iban colmando el teatro. Su set, que bordeó la media hora, recorrió canciones de su EP “To Kill Me“, su álbum “Heaven and Hell” y su más reciente “Traüme“. Se retiró del escenario agradecida del recibimiento del público que la despidió con un aplauso cerrado.

Sesenta minutos después, uno a uno comenzaron a salir a escena Tilo Wolff, Anne Nurmi y los músicos que les acompañan en esta aventura, ante el fervor de una impaciente audiencia mientras suena la introLacrimosa Theme” del disco Inferno de 1995. “Schakal”, de este mismo álbum, es la encargada de desatar la emoción de los presentes que a esa hora ya llenaban el Teatro Coliseo, cosa que  el cantante agradece -en español y en inglés- al mismo tiempo que señala reconocer en el público algunas caras que se les hacen conocidas.

Lichtgestalt”, emblemática canción dentro de su repertorio y que aparece en el disco del mismo nombre de 2003, desencadena la euforia de los miles de asistentes que probablemente han ayudado a posicionarla como su segunda canción más reproducida en Spotify detrás de la operática “Alleine zu zweit”, que le siguió en el set y que destaca por el amargo intercambio de anhelos y recuerdos en el que Wolff y Nurmi se enfrascan mientras cantan sobre una relación amorosa que no fructificó.  Imposible no identificarse. Triste pero cierto. Tan cierto como que esta visita -la décima- se enmarcaba dentro de la gira promocional de su más reciente trabajo Leidenschaft lanzado en 2021, del cual interpretaron la mayor cantidad de canciones del show (“Daughter of coldness”, “Führ mich nochmal in der Sturm”, “Celebrate the Darkness”, y “Liebe über Leben”)

Foto: Cristian Madariaga

 

Hacia la mitad de la presentación, Wolff alude a David Bowie y lo describe como uno de los genios más grandes que la música ha parido y señala que dentro del público están los futuros artistas. También en la audiencia probablemente se encontraban -por un lado- varios que estaban siendo testigos por primera vez de la grandeza artística de estas leyendas góticas y -por otro lado- miles de dichosos que se estaban repitiendo el plato que ya habían saboreado anteriormente en el otrora Teatro Providencia (2001), Estadio Víctor Jara (2004 y 2007), Teatro Teletón (2009 y 2010), Blondie (2013, 2015 y 2017) y/o Teatro Cariola (2019) y que pueden atestiguar cómo Wolff y Nurmi se turnan magistralmente para pararse al medio del escenario y ser la voz principal a todo pulmón o para acariciar las teclas a fin de sacarle majestuosos sonidos al piano.

Como contraparte, el lado rockero más endurecido y crudo se puede apreciar en “If the World Stood Still a Day” (Revolution, 2012), en la que Anne Nurmi toma el micrófono para invitarnos a reflexionar sobre el hipotético caso de que el mundo se detuviera por un día y nos canta algunas de sus ideas: ¿nos miraríamos del mismo modo? ¿sabríamos que es sólo por un día? ¿nos perdonarían? ¿dejaría de importarnos?

Otro momento destacado de la velada se produjo durante la interpretación de la épica “Ich verlasse heut’ dein Herz, en la que Wolff tradujo la línea “Da ich dich liebe” por “¡Porque te quiero!” calando hondo en los oscurecidos corazones presentes en el teatro, que enloquecieron además con el solo de guitarra de Jan Peter Genkel.

Más de dos horas de presentación comenzaban a llegar a su fin, momento en el que las postales de siempre (pero no por eso menos emocionantes) comienzan a visualizarse: la entrega de la bandera chilena a los artistas, el agradecimiento de parte de estos por la recepción y el constante apoyo, graficado en la clásica reverencia con la que los artistas se despiden del escenario. ¿Pero se despedían realmente?

En efecto, este show era el último del año para Lacrimosa y quizás por esta razón -además del recibimiento y cariño del público- es que decidieron volver a esa escena, cuando algunos ya habían abandonado el teatro o ya estaban pidiendo un auto en la respectiva aplicación del teléfono. Como si fuese una escena post-créditos de una película que definitivamente tendrá una nueva entrega (simplemente no se sabe cuándo), la banda brinda una última escena (“Copycat”) para el deleite (y tristeza) de cada uno de los arlequines presentes: unos vestidos como tal y otros siéndolo desde las más sombrías profundidades de su alma.

Galería | Lacrimosa en Teatro Coliseo

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