El más reciente trabajo de Aisles viene a confirmar el gran momento en el que la banda se encuentra. No sorprende su calidad, pero sí es notable cómo evolucionan y cómo mantienen un nivel de canciones y de producción, que se encuentra a la par con cualquier artista de nivel mundial.

“Beyond Drama” abre con “Fast”, la cual, haciéndole honor a su nombre, se despliega como una vorágine, con un ritmo acelerado y una línea melódica pegadiza que engancha de inmediato. Así, con este golpe, saltamos a “Megalomania”, una canción con una vibra totalmente distinta que sorprende de entrada con nuevos ritmos frenéticos pero en un aura disímil, quebrando con una bajada que exuda sensualidad y misterio. Habiendo sido uno de los adelantos destacados del disco, he podido vivir la experiencia de esta canción luego de escucharla muchas veces, complementando con el alucinante video que la acompaña, y es definitivamente un punto altísimo en la discografía de la banda, lo cual ya es mucho decir.

Ahora, si hablamos de puntos altos, la siguiente es mi debilidad, y es que es imposible pasar por alto al oyente subjetivo cuando se toca a un autor de tamaña trascendencia, no sólo por haber tenido relevancia popular sino por el contenido que entregó de manera tan fuerte a todo el que se ha sentido alienado y ajeno alguna vez. “Thanks to Kafka” es una oda bellísima, con unos acordes y progresiones que invitan a rememorar y reflexionar por su forma y su letra, tan personal como identificable a la vez. Gracias infinitas al escritor de Praga, atormentado y bohemio, como tantos. Definitivamente gracias a él y a la banda por un gran tema.

“Disobedience” agita el charco nuevamente con otra composición adrenalínica y rabiosa, llena de dinamismo y cautivante como cada pasaje escuchado en estos surcos. “Time (A Conversation With My Therapist)” nos devuelve al lado reflexivo, con tintes más hipnóticos que “Kafka…” y un diálogo muy íntimo que se vuelve a ratos dulce y a ratos ansioso, con una producción que coloca todo donde corresponde y dota de una vitalidad furibunda a cada instrumento, los que bajan y suben, se esconden y explotan, y nos mantienen atrapados.

“The Plague” es una canción hermana con “Time…”, la cual continúa como un viaje onírico que sigue pasando por áreas grises junto a otras más luminosas, y que nunca se aplana. Y es que el ritmo de la batería de Felipe Candia le otorga a la base una melosidad como colchón, a partir del cual todo se va acomodando (y desacomodando), de la mano del bajo de Daniel Baird-Kerr, perfecto no sólo en “hacer la pega” sino que en aportar matices, deslices y una belleza única en la base de todo. Juan Pablo Gaete es el encargado de teclados y sintetizadores, los que no sólo liberan melodías preciosas sino que ambientan el disco y le entregan el clima perfecto en cada intervención. Por el lado de las guitarras, Rodrigo Sepúlveda es uno de los intérpretes que anotó con maestría los múltiples recursos de sus cuerdas, con riffs, arpegios, coros y melodías que siempre van con el cuchillo entre los dientes, incluso en las partes melódicas. Israel Gil estampó su voz única y conmovedora, como si hubiera estado desde siempre en la banda, mientras que Germán Vergara ejerce no sólo de instrumentista aportando su guitarra, teclados y una voz muy sentida que contiene y aprisiona con sentimiento profundo en canciones como “Thanks to Kafka”, sino como la mente maestra que compone y dirige esta obra sensacional que es la existencia misma de Aisles.

Llegando a la parte final del disco, “Surrender” nos regresa a los sueños y creaciones melódicas, con relevancia de los teclados, pero siempre con detalles que enriquecen, agregando también sonidos ambientales que te envuelven en sus bellos paisajes. “Needsun” es una coda, una continuación del tema anterior, un despertar energético de un sueño muy íntimo. Aún cuando ese despertar pudiera significar un buen final, la verdad es que todo se cierra mejor gracias a “Game Over”, que compila las ambientaciones, las melodías, el misterio, el toque djent en sus exquisitos tiempos, y la adrenalina que interpretan filtrando lo mejor del progresivo clásico en esa urgencia del progresivo moderno. El juego ha terminado. Por ahora.

Un trabajo único, bello y potente, muy bien pensado y con un sonido alucinante, que permite distinguir todos los elementos que conforman este cuadro complejo, que se bebe como un todo, con un gusto amalgamado y punzante en cada instante, ya sea por la fuerza directa de los riffs, o por la intensidad profunda de su belleza, todo lo cual va acompañado del excelente trabajo de Médu1a en el arte del disco. Que ganas de que los siguientes trabajos no demoren tanto en salir, pero, por ahora, es un deber disfrutar el tremendo “Beyond Drama” en plenitud, como se merece.

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