Zapatillas caña alta, pantalones ajustados, poleras punks y una larga fila de jóvenes furiosos se veían por las calles de Pío Nono, pasadas las 19 horas de ayer. Whiplash regresó a Santiago y esta vez lo hizo en el centro neurálgico de nuestra ciudad.

 

La expectativa era grande, diferentes situaciones obligaron al cambio de recinto y todo en nuestras mentes se movía entre un hilo de incertidumbre y la adrenalina que genera la visita de una de las bandas pioneras del thrash metal mundial.

 

Fundados en 1984 e influenciados por las bandas de “Bay Area Banger”, fueron los gestores de la escena en Nueva York. Ayudando a que la epidemia de este sonido llegara a los oídos de toda una generación que anhelaba fuertemente una fusión entre el heavy metal y el punk.

 

Con todos estos antecedentes, y una historia de cariño y entrega entre la fanaticada nacional con el proyecto fundado por Tony Portaro, caminamos junto a la tribu para llegar al Bar Óxido, un lugar clásico para los metaleros de nuestra capital. Con más de 20 años de historia y un obligatorio para toda banda que ha pasado por el underground. En esta ocasión fue el espacio elegido para la fiesta y con Rock Legacy estuvimos ahí para contarte del delirio, la estridencia y el desenfreno de la noche.

Fotos: Nicolás Soto
@sotopnicolas

El puntapié inicial estuvo a cargo de Disaster, tremenda banda nacional con más de 20 años de tradición en rebeldía y sonido speed metal. La agrupación tuvo la difícil misión de hacer una versión de larga duración de su show, ya que el proyecto de Maipú Massive Power tuvo complicaciones para presentarse, y qué podemos decir, estuvo simplemente espectacular. El quinteto presentó material inédito, recorrió su historia, enloqueció a sus seguidores y al sonar de su motosierra encendió el motor de una noche desenfrenada que seguramente para muchos terminó al sonar de los pajarillos de la mañana.

 

Una fila interminable en la barra del bar. Los baños repletos. La capacidad del recinto empezaba a estrecharse mientras la gente compraba más de una pilsen para no volver a salir del salón de baile. Mientras la cola avanzaba lentamente empezaron a sonar los primeros acordes de Perpetual Warfare, banda colombiana que nuevamente visitó nuestro país, para entregar uno de los mejores shows que seguramente ha visto el recinto de Bellavista.

Fotos: Nicolás Soto
@sotopnicolas

Con más de 15 años de trayectoria el  cuarteto de la tierra del vallenato y la cumbia, arrancó los ojos y los oídos de los asistentes,  como si no necesitaran a nadie más para montar un mosh gigante. Que tremendo es ver a personas disfrutando de lo suyo y entregándolo con humildad y cercanía. Camilo y Wilson son un ejemplo de eso, de una eterna juventud, de rebeldía y displicencia, de desencanto y rabia, satíricos y potentes. Perpetual Warfare no se detuvo ni un segundo a pedir ni permiso ni disculpas, fue una invitación constante hacia la libertad, y el mosh fue la expresión con que el Óxido les respondió. Un torbellino irreverente con desenfreno adolescente que devoraba todo a su paso. Puños, codos y rodillas golpeando al ritmo de “Otro Cadáver Más”, “Muerto en Pogo”, “Borrego de Dios”, entre tantas otras reflexiones que nos entregaron con su carismática y divertida forma de ser punks. Acompañados por Camilo Solórzano en lead guitar y el tremendo y sonriente Esteban Díaz en la batería. Un gran espectáculo, ojalá vuelvan pronto.

Fotos: Nicolás Soto
@sotopnicolas

Con este eufórico panorama sólo nos quedaba esperar a los tremendos Whiplash, quienes puntualmente se subieron al escenario a las 22 horas. A la vieja usanza de la escena nacional, bastó una nota de los neoyorquinos para que todos los que estaban a la espera de su presentación ingresaran al local. Poco a poco la “zona de bar” se repletó y la fiesta se apoderó de todos los rincones, no había un centímetro cuadrado que no apestara a metal ni tampoco un alma que no estuviera disfrutando y engullendo el corte americano crudo que el trío del norte de América nos importó ayer por la noche. Realmente solidísimos, enrabiados.

 

La verdad es que al comienzo sentimos que era un desperdicio vivir la experiencia en un recinto tan pequeño, sin embargo al pasar minutos de la presentación, pudimos vivenciar la locura que deben haber experimentado proyectos como Whiplash en su momento de nacimiento y apogeo, repletando clubes con gente bailando sin parar, olor a tabaco, inundados en alcohol, adrenalina y locura. Tal cual se presenta el sonido del thrash, el crossover y el speed metal.

 

Una noche para el recuerdo de los que amamos el sonido que nació de fanáticos de Motorhead y Sex Pistols, al que agregaron un poco de patineta y anfetaminas, y que detonó en una revolución que se mantiene viva hasta hoy. Whiplash devolvió eso a las calles de Bellavista la noche de ayer, haciendo sonar sus clásicos del álbum “Power and Pain”. Revolviendo las ideas con la montaña adrenalínica que deja una hora sin parar de cabecear. Salimos exhaustos, felices y odiando que fuera jueves. Llegamos a casa sin ganas de dormir. Fue una locura lo que nos entregó la jornada de ayer, diversión y mucho thrash metal.

Revisa la galería de fotos que hizo Fotos: Nicolás Soto @sotopnicolas

Galería | Whiplash en Bar Óxido 2023

Avatar photo

Agregar un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *

This site is protected by reCAPTCHA and the Google Privacy Policy and Terms of Service apply.