La noche de ayer, 6 de mayo, el Movistar Arena vibró al son del rock progresivo con la presentación de la superbanda BEAT, quienes ofrecieron un concierto memorable interpretando magistralmente el icónico repertorio de los 80s de King Crimson. Las entradas se agotaron, demostrando la alta expectación que generó la visita de esta aclamada agrupación.
A las 20 hrs. suben al escenario Rainiero Guerrero y Juan Carlos “Lobo” Araneda para dar la bienvenida a una noche magistral, y las gracias por los 36 años de la Radio Futuro. Luego, presentan a quien dará los primeros acordes en un Movistar Arena que comenzaba a llenarse tibiamente, Jorge Campos, y se despiden con un “¡Viva la Vanguardia!”
El bajista y compositor chileno llegó con su gran bajo doble y nos atrapó con sonidos de rock, jazz, fusión latinoamericana, encantando a un público que lo recibió gratamente. Jorge ha sido considerado como uno de los mejores bajistas de Hispanoamérica y se ha hecho una reputación como maestro y estudioso de su instrumento. Ha sido parte importante de grandes bandas como Congreso, Fulano y Santiago del Nuevo Extremo.

La expectación era alta y BEAT no defraudó. Siendo las 21:00 hrs en punto y desde los primeros acordes, la potencia y la maestría de los cuatro intérpretes se hicieron patentes, entregando un sonido que los asistentes y la crítica han calificado como contundente, complejo y de una claridad excepcional, haciendo justicia al legado de la legendaria banda británica.
La primera parte del concierto fue un viaje directo a la innovación sonora de King Crimson. El conjunto desplegó su arsenal técnico y feeling con una selección de temas que incluyó la intrincada “Neurotica”, seguida de la melancólica “Neal and Jack and Me” y el pulsante “Heartbeat”. El público se sumergió en los paisajes sonoros de “Sartori in Tangier” y la elegancia de “Model Man”.

Los integrantes invitados a esta super agrupación, Steve Vai y Danny Carey (Tool) cumplieron notablemente y con creces su trabajo en cada uno de sus instrumentos, viendo a un Adrian Belew y Tony Levin disfrutando cada una de las canciones.
La energía continuó con la visceral “Dig Me” y la emotiva “Man With an Open Heart”, para luego dar paso a la poderosa “Industry” y cerrar la primera mitad con la monumental “Lark’s Tongues in Aspic (Part III)”, dejando al respetable en un estado de éxtasis musical.
Tras un merecido descanso de 20 minutos, que permitió al público asimilar la avalancha de virtuosismo presenciada, BEAT regresó al escenario para la segunda parte de su set. La atmósfera se cargó nuevamente con “Waiting Man” en donde pudimos ver a Danny y Adrian en los tambores muy animados disfrutando las ovaciones del público. Continuaron con la evocadora “The Sheltering Sky”.

La intensidad no decayó con la hipnótica “Sleepless” y la matemáticamente precisa “Frame by Frame”, en donde la guitarra de Vai vibró con todo el público. Hubo espacio para la sutileza con “Matte Kudasai”, antes de que la excentricidad de “Elephant Talk” y la complejidad rítmica de “Three of a Perfect Pair” tomaran el protagonismo.
El cierre de la segunda parte llegó con la caótica y brillante “Indiscipline”, demostrando una vez más la increíble cohesión y talento individual de los músicos.
Pero la noche aún guardaba una sorpresa más. Ante la ovación cerrada de un Movistar Arena rendido a sus pies, BEAT regresó para un encore demoledor. Interpretaron el clásico atemporal “Red”, con su característica potencia y riffs inolvidables, seguido por la frenética “Thela Hun Ginjeet”, poniendo el broche de oro a una presentación que rozó la perfección.

El concierto fue, tal como se anticipaba, un éxito rotundo con todas las localidades vendidas. La calidad del sonido fue prístina y prolija, permitiendo apreciar cada matiz y la complejidad de las composiciones de King Crimson.

La noche del 6 de mayo en el Movistar Arena no fue solo un concierto, sino una celebración de la música atemporal y el virtuosismo en su máxima expresión, confirmando a BEAT como un proyecto que honra con creces el innovador espíritu de King Crimson. Pero no tan solo como un homenaje, sino una demostración de virtuosismo y pasión. La fidelidad a las composiciones originales quizás no será al cien por ciento, pero combinada con la impecable ejecución y un sonido de altísima calidad por todos estos gigantes músicos, aseguraron una experiencia inolvidable para todos los presentes. Sin duda, una noche que quedará grabada en la memoria de los fanáticos del rock progresivo en Chile.