A diferencia de la edición anterior de 2022, el evento se llevó a cabo en el Parque del Estadio Nacional, ubicado a un costado del coloso deportivo ñuñoíno. Si bien el agua para sortear el calor que arreció durante la jornada no fue tan escaso como hace dos años, la falta de sombra sigue siendo impedimento para poder disfrutar a cabalidad de este tipo de festivales de largo aliento.
Durante la jornada desfilaron por ambos escenarios actos que por primera vez visitaban nuestro país (Orbit Culture, Poppy, Mudvayne) y otros que regresaban en gloria y majestad (Amon Amarth y los anfitriones Slipknot). Además, hubo espacio para números locales en el que destacaron los portomontinos SVVVNT y los mapuche Mawiza.
Los convidados nacionales
Nico Borie, otrora miembro de Parasyche, abrió los fuegos de la segunda edición del festival en el escenario A con un set en el que, además de sus versiones en nuestra lengua para clásicos del rock, destacó su single “Lo que realmente piensas”, primer adelanto de su primer trabajo en solitario.
Posteriormente, pisaba el escenario colindante la banda ganadora del concurso para abrir Knotfest Chile 2024: SVVVNT, con su mezcla de rock alternativo y metal cargado de guitarras de bajas afinaciones, deleitó con un repertorio que destacó por canciones como “MegaCage”, “New Age Boomers” y “The Mirror”. Sin duda, se llevaron un buen puñado de nuevos fans tras su potente presentación.
Continuó Mawiza, uno de los más destacados nombres del metal de este lado del mundo. Su estilo, denominado mapuche ül metal y que ya le ha valido ser acto de apertura para grandes nombres como Gojira y King Diamond, fue abrazado con efusividad en partes iguales tanto por sus fanáticos como por quienes les desconocían y vieron cómo su cabeza volaba gracias a canciones como “Kütxal” y “Mawiza ñi piwke”.
El último número local en pisar el escenario fue Rama, quienes estaban invitados a la edición anterior pero fueron bajados a último momento. Su impecable presentación -que en esta ocasión contó con Felipe Llanos (director de la Escuela Moderna de Música) para reforzar las guitarras- se enfocó principalmente en su disco “Imposible” con la canción que le da el nombre, además de “Vidrios Rotos” y “La Señal”, con la que cerraron su set no exento de dificultades pues su sonido se vió notoria y lamentablemente disminuído.
Los invitados internacionales
Orbit Culture
El nombre más desconocido y el primero del cartel que se anunció fue también el primer número foráneo en saltar al ruedo: los suecos Orbit Culture, poseedores de una impoluta mezcla de death metal melódico y groove metal, se ganaron rápidamente a la audiencia presente en el Stage A gracias a canciones principalmente de su álbum “Descent” lanzado el año pasado: la homónima que abrió su presentación, y también “From the Inside” y “Vultures of North”, el broche de oro de un show en el que Niklas Karlsson, vocalista y guitarrista rítmico, se vió enormemente agradecido por la recepción del público local.
Poppy
La joven artista estadounidense hizo su debut en Chile a eso de las 15:30 en el Stage B. Su repertorio estuvo enfocado principal pero no exclusivamente en su álbum “I Disagree”, el primer álbum en el que dejó totalmente atrás su sonido más popero para mostrar una faceta más pesada. De allí mostró canciones como “BLOODMONEY”, con la que abrió su set, la homónima “I Disagree”, “Bite Your Teeth”, “Anything Like Me” y “Concrete“, con la que concluyó su presentación. Antes de eso, repasó sus otros trabajos como “Flux” y “Am I a Girl?” con canciones como la más stoner “Lessen the Damage” y la nü metalera “X”, respectivamente, que destaca por sus intersecciones de melodías suaves con pesados riffs de guitarra.
Entremedio sonaron temas en los que Poppy ha colaborado y participado: “Scary Mask“, que grabó junto a Fever 333 y “V.A.N“, con Bad Omens, una de las bandas más esperadas en esta versión del festival, que pasó por Brasil pero lamentablemente no bajó a Chile. Escuchar a la estadounidense interpretar la canción sirvió de consuelo para todos quienes esperaban en esta pasada a los liderados por Noah Sebastian.
“New Way Out”, primer adelanto de su próximo trabajo “Negative Spaces”, demostró su enorme capacidad vocal y dejó en claro que su mezcla de nü metal, industrial y metalcore (denominada por ella misma como “poppymetal”) no dejó a nadie indiferente: su fanaticada absolutamente extasiada de poder finalmente verla presentarse en vivo y la incrédula audiencia que desconocía su trabajo quedaron boquiabiertos con la presentación de la artista.
Babymetal
Sin duda, uno de los números más esperados de la jornada era el de Babymetal, conjunto japonés de kawaii metal conformado por “Su-metal“, “Moametal” y “Momometal“. Esta banda ha ganado gran popularidad a nivel mundial gracias a su combinación única de música metal y elementos de la cultura pop japonesa, que atraen tanto a fanáticos del género pesado como a seguidores de otros estilos. Su distintiva y llamativa estética ha hecho que su presencia en festivales sea cada vez más grande.
Aunque ya habían tenido una pequeña presentación la noche anterior, esta vez las asiáticas hicieron su verdadero y masivo estreno en tierras nacionales al presentarse en este Knotfest Chile 2024. Su sonido, caracterizado por una amalgama potente de metal con elementos del J-pop, se vio refrendado en un repertorio de diez canciones en las que destacaron “Babymetal Death”, “Megitsune” y “Gimme Chocolate!!” de su disco debut lanzado hace diez años. Además, incluyeron temas de su discografía más reciente, como “Metali!!”, grabado en el estudio con el icónico guitarrista Tom Morello, y “Ratatata”, su más reciente colaboración con la banda Electric Callboy.
La puesta en escena de Babymetal es, indudablemente, uno de sus puntos más fuertes. No solo presentan una instrumentación pesada y enérgica, sino que también integran minuciosas coreografías, canto y gritos que crean una experiencia intensa y atractiva. Este enfoque visual y sonoro es lo que ha cautivado a su fanaticada a lo largo de los últimos años y, de seguro, al resto del público asistente que se agolpó a media tarde en el Stage A y que quizás sólo esperaban a Mudvayne y/o Slipknot pero igualmente se mezclaron con los fanáticos de la banda en el moshpit.
Amon Amarth
La sexta visita a Santiago de los suecos se concretó alrededor de las 17:30 en el Stage B. Si bien su sonido no encaja del todo en un evento de este género, se mostraron muy agradecidos y contentos de poder estar presentes en el escenario del Knotfest Chile. Su puesta en escena estuvo marcada por la instalación de enormes estatuas vikingas, y su fanaticada celebró cada una de sus potentes canciones, como “The Pursuit of Vikings”, “Guardians of Asgaard”, “Raise Your Horns” y, especialmente, “Put Your Back Into the Oar”, en la que la banda invita al público a sentarse y remar.
Mudvayne
Una de las bandas que debutaba en Chile, además de las mencionadas anteriormente, es la liderada por Chad Gray. “Not Falling”, una de sus canciones más emblemáticas y reconocidas dentro del género nü metal, fue el puntapié inicial de su presentación, la cual abarcó mayormente su disco debut “L.D. 50”, lanzado a inicios de este siglo y que contó con la participación en producción de Shawn Crahan, mejor conocido como Clown de Slipknot. Canciones como “Death Blooms”, “Dig” e “Internal Primates Forever” evocaron la época adolescente de miles de treintañeros, hoy convertidos en padres y madres de familia, que colmaron el Stage A.
Gray se mostró agradecido por la recepción del público, que no flaqueó a pesar de que ya habían transcurrido seis horas desde el inicio del evento. Lamentó no poder hablar español, pero se consoló en que lo que unía a las bandas y al público era el lenguaje del metal y prometió no demorarse otros veinticuatro años en volver a Chile. El sonido de su voz, a ratos, se diluía entre los demás instrumentos, en particular cuando se alejaba del micrófono. Una situación parecida ocurrió con el bajo de Ryan Martinie, sin duda uno de los más hábiles del género. Su técnica en el tapping y el slapping, que le valieron alguna vez la oportunidad de reemplazar a Fieldy de Korn en varios shows en 2012, merecía un mejor despliegue sonoro por parte de los encargados de ese aspecto.
El show, a ratos, decayó. No en la puesta escénica (salvo el baterista, por razones lógicas, ninguno de los miembros se mantuvo estático sobre el escenario), sino por la inclusión de varias canciones que eran más del gusto del fanático acérrimo que de un seguidor del género o del metal en general. Sumado a eso, Gray se tomó su tiempo en más de una ocasión para agradecer, pero sobre todo para invitar al público a olvidar, por un momento, los problemas y las tribulaciones de la vida y disfrutar de la jornada en la que estábamos congregados en torno al metal. También hizo alusiones al cuidado y la importancia de nuestra salud mental. Cerraron con lo más conocido de su repertorio: “World So Cold”, “Happy?” y “Dig” fueron las canciones encargadas de bajar el telón de una presentación que pudo ser más concisa y más fluida.
Disturbed
La banda liderada por el controversial David Drainman dio la partida a su show de regreso a nuestro país con uno de sus temas más recientes: “Hey You”, de su disco más reciente lanzado hace dos años, fue el primer golpe que atestaron, dando a entender que no están para vivir sólo de glorias pasadas. Esto no deja de ser cierto: en las radioemisoras de su país suenan constantemente, no sólo con canciones de hace veintitantos años sino que también con aquellas más recientes. No es el caso de nuestro país: salvo “Prayer” hace años, las parrillas de las radios locales dedicadas a la música de guitarras rara vez incluyen a Disturbed de manera habitual. De todos modos, la banda mantiene un fiel séquito de fans que disfrutaron canciones de su etapa primeriza (“Stupify” y “Down With the Sickness”) así como también de su era post-hiato de 2011 (“The Light” y, sobre todo, su versión para el clásico de Simon & Garfunkel “The Sound of Silence”).
Si bien se prohibió el ingreso de banderas al evento, fue posible divisar entre los asistentes banderas palestinas para mostrar oposición a la postura que el cantante ha manifestado públicamente.
En cuanto a la puesta escénica, el guitarrista Dan Donegan destaca en las cuerdas con sus técnicas de tapping tanto con una mano como con ambas en muchos de sus solos. Su estilo incluye hammer-ons, pull-offs y, flick off, tal como se escucha en el solo de “Indestructible“. El baterista Mike Wengren, por su parte, se despachó un solo (quizás los más puritanos podrían cuestionar si fue un alto despliegue de virtuosismo). Sin embargo, el bajista John Moyer muestra una performance correcta, mas no descollante. Drainman, a su vez, debe ser uno de los vocalistas menos atractivos de ver: lo único que hace durante las canciones es caminar de un lado a otro del escenario mientras entona cuán imparable o cuán indestructible es.
Al finalizar -y también al iniciar- su presentación, el cantante (y no la audiencia de manera espontánea como suele ser) entonó el cántico “Olé, olé, Disturbed, Disturbed”.
La jornada comenzaba a llegar a su fin y sólo faltaba presenciar la fiesta que los anfitriones tenían preparada.
Slipknot
Los liderados por Corey Taylor regresaron a nuestro país a dos años de su última visita, esta vez con Eloy Casagrande (antes en Sepultura) en la batería y con el motivo de celebrar el vigésimo quinto aniversario de su álbum debut homónimo. Este es un aspecto no menor: varios de los asistentes ignoraron esto y esperaban canciones como “Disasterpiece”, “Psychosocial” o “Custer”, cuando en rigor las ansias tenían más que ver con poder oír aquellas que nunca habíamos tenido la oportunidad de presenciar en vivo, ni siquiera en las tres visitas anteriores de los de Iowa. Dejemos de lado “(sic)”, “Eyeless”, “Wait and Bleed” (himno imperecedero del nü metal, qué duda cabe, pero que han tocado sagradamente cada vez que han venido) y “Spit It Out”.
Eran otros los pedazos de la torta de este cumpleaños discográfico que nunca habíamos saboreado: “Eeyore”, que destaca por ser agresiva y caótica, con voces guturales y baterías y guitarras realmente bestiales; “Me Inside”, un potente desahogo ante la sofocación que a veces significa la vida y lo difícil que puede volverse, en el que destaca su icónica línea en español “somos feos y apestamos”; “Liberate”, canción en la que nunca estuvo mejor utilizada la trillada frase “desatar la locura”: eso fue precisamente lo que #8 en la voz y los maggots presentes procedieron a hacer.
Siguieron “Purity” y su preludio “Frail Limb Nursery“, inspiradas en publicaciones de internet sobre una chica llamada Purity Knight, que supuestamente había sido secuestrada y enterrada viva. La atmósfera inquietante que embadurna la canción es muestra indiscutible de que el tono de esta fiesta era más bien lúgubre y crudo.
“Prosthetics”, “No Life” y “Only One” fueron la última tríada de canciones que el conjunto estadounidense nunca antes había tocado en nuestro país, con un público absolutamente entregado que respondía “sí” a cada una de las interrogantes de Corey Taylor en español (“¿estás bien?”, “¿quieres más?”).
“Scissors”, el último track del álbum, es obviamente el que cierra el show. Con más de ocho minutos de duración, desata de manera paulatina y perturbadora el caos. Su letra destila oscuridad al explorar temáticas como inestabilidad mental y violencia. A medida que pasan los minutos, la pista se vuelve cada vez más inquietante, tanto musical como verbalmente.
Concluida la canción, la banda abandona el escenario sin despedirse. Sin despedirse en el sentido habitual del término porque, en rigor, la canción es en sí misma un adiós.
No hay primera sin segunda (y ojalá una tercera)
Si bien se agradece que Corey Taylor incluya nuevamente una parada en Chile de su circo, los artistas que conformaron el cartel pudieron ser más o de mayor peso. Sin duda esta edición tuvo mejoras con respecto a la anterior, pero también es seguro decir que caminó por la cuerda floja: precios más caros para quienes compraron apenas se dispusieron las entradas al público, ofertas a menor precio en cyberday y una venta de 2×1 lo reflejan.