Un regreso altamente esperado por sus fans es el que se vivió anoche en Club Blondie. Los europeos Deathstars volvían a nuestro país luego de largos 13 años desde su última visita en mayo de 2010. Y desde ese entonces los suecos han engrosado su discografía con dos álbumes: “The Perfect Cult” (2014) y “Everything Destroys You (2023), siendo este último el motivo por el que los tuvimos anoche pisando suelo nacional nuevamente, en el marco del “Everything Destroys” tour.

Puntual a las 9 de la noche, el cuarteto se plantó sobre el escenario del recinto ubicado en la Alameda y así dar el puntapié inicial de lo que sería una noche electrizante y qué canción más apropiada para hacerlo que “Night Electric Night”, de su disco de 2009 del mismo nombre. Los más devotos, que habían esperado por más de una década este momento, enloquecieron ipso facto, a lo que Whiplasher Bernadotte -el vocalista del conjunto sueco- agradece y aprovecha de saludar a la totalidad de los asistentes. Sin más, el conjunto europeo hace sonar algo de su más reciente trabajo (“Between Volumes and Voids”) para posteriormente despacharse una dupleta de su disco “The Perfect Cult”: “All the Devil’s Toys” y “Ghost Reviver”, precedida de la solicitud del cantante al público para verles alzar sus manos (“let me see your hands!”).

El reloj aún no estaba ni cerca de alcanzar la medianoche pero sí era una fiesta: el público ya se encontraba extasiado al momento en que comenzó a sonar “Midnight Party”, siendo el cúmulo de palmas, gritos y coros que se había generado espontáneamente la prueba inequívoca de aquello. 

Tres pasos hacia atrás dio la banda en su discografía al interpretar el siguiente par de canciones, de su segundo disco “Termination Bliss”: “Tongues” y “The Greatest Fight on Earth”, la primera precedida de una atrevida petición de Bernadotte hacia el público: ¿por qué no abren sus piernecitas para poder darles lengua?; la segunda con una espeluznante introducción de teclado y alusiones a serpientes y demonios. En “Death Dies Hard” la audiencia ya era un claro co-protagonista del espectáculo al entonar “woooohh oooh” alentados por el bajista Skinny Disco, un gran aporte no sólo en las cuatro cuerdas sino que también en las segundas voces.

De regreso al presente con “This Is”, potente primer sencillo que se conoció a principio de año como adelanto de “Everything Destroys You”, su quinto trabajo de estudio, y el primero en nueve años, rompiendo así casi una década de silencio discográfico.

Tras más de media hora de show, Bernadotte le pregunta al público si acaso recuerdan su primer disco “Synthetic Generation” -le responden de manera afirmativa- para luego proceder a interpretar la nihilista “New Dead Nation”. El público estaba en llamas y la banda lo nota. Lo mencionan incluso antes de, en un modo muy adhoc, tocar “Fire Galore” y luego “Metal”, una de las canciones inéditas de su álbum compilatorio de grandes éxitos “The Greatest Hits on Earth”, que fue gozada hasta decir basta, tal como lo previó el cantante en su alocución introductoria en la que señalaba haber oído que el público en Chile se vuelve loco con el metal

Con más de una hora en el escenario, la agrupación sueca comienza a enrielar su presentación hacia el fin. Como quien toma vuelo para llegar lejos, la banda se traslada nuevamente a sus inicios para interpretar algo de su primer disco: la homónima “Synthetic Generation” fue recibida con fervor y puños en alto. Sonaron luego la misántropa “Antiall”, la retorcida “Blood Stains Blondes”, y la desesperanzadora “Chertograd”, que inicia, además de los sintetizadores, con una breve pero sólida base a cargo del baterista Nitro.

La banda abandona el escenario y -acto seguido- comienza a sonar una sirena que parece indicar: (a) el fin del mundo, acaso emulando las trompetas del apocalipsis o (b) el inicio de algo, como aquel sonido de la película “The Purge” (“La Purga”) en donde se da comienzo a ese momento del año en donde todo está permitido y nada es castigado. Resulta ser una mezcla de ambas: el inicio del fin del show, más no del inmundo mundo. Porque este es un desenlace impecable, en donde destacan equitativamente cada uno de los músicos:, son todos parte esencial de una lúgubre constelación, y eso incluye -desde luego- a uno que hasta acá no había sido nombrado: el guitarrista Cat Casino, con un carisma desbordante repartió besos y uñetas por partes iguales. 

Para ir cerrando, es momento de que suenen dos clásicos del disco “Termination Bliss” y del repertorio de Deathstars en general: “Blitzkrieg”, que es coreada por distintos miembros de la audiencia, a quienes Bernadotte gentilmente les acercó el micrófono; y luego “Cyanide” para bajar el telón. 

Deathstars es una banda que no pasa desapercibida: ni por su cuidada y oscura estética ni por su misántropo discurso ni por su característico sonido -acaso el hijo de una cruza entre The 69 Eyes y Rammstein. Quienes asistieron la noche del jueves a Blondie pueden atestiguar que presenciaron un show de primerísima línea, de una constelación de oscuras estrellas que iluminó por algo más de una hora la noche santiaguina.

Galería | Deathstars en Club Blondie

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