El año 1981 es parte del comienzo de una década cargada de diversos colores sonoros. Si por un lado estaba decayendo el sonido punk, por el otro se dio al surgimiento del new wave y el post punk. En esta época se vio reforzado el sonido de los estilos dominantes del resto de la década, como el rap, el glam metal, el pop electrónico o el nacimiento del rock alternativo. 

Sin embargo, la mayoría de estos demorarían en permear a un Chile escudado por el control cultural de la dictadura. Es en este panorama que la televisión se encarga de poner los lineamientos de lo que se debe escuchar, manteniendo al país sumido en cantantes extranjeros y bandas de música disco o AOR (adult oriented rock). Pero, a pesar de lo anterior, igualmente se gestó una resistencia musical entre los sonidos ligados al folclore y al Canto Nuevo de peñas y bares, y una naciente escena popular de bandas que usaron el cassette como arma para lograr llegar a los oídos de la gente.

El hito más reconocido de esta época, no solo en el rock o el folclore, sino que de toda nuestra música, lo marcan Los Jaivas, no sólo porque este año retornan a Chile luego de seis años en el exilio para tocar en el Teatro Caupolicán, sino que además lanzan su más grande obra, “Alturas de Machu Pichu”

Por muchos considerado el mejor disco grabado en el país, acá se conjugan los clásicos poemas del Canto General de Pablo Neruda junto a la genialidad del Gato Alquinta, Mario Mutis y los hermanos Parra. Desde pasajes dominados por el piano y los vientos, hasta otros donde domina la estridencia de la batería y los sonidos de la guitarra eléctrica y los sintetizadores, este disco se erigió por cuenta propia dentro de lo mejor del rock progresivo latinoamericano.

De más está decir que sólo desprenden grandes clásicos de nuestra música a partir de aquí, como la epicidad de más de 11 minutos de duración que tiene “La poderosa muerte”, hasta el comienzo del cierre con el archi reconocido “Sube a nacer conmigo hermano”. Probablemente no existe persona en este territorio que no reconozca este disco como una de las obras cumbres de nuestra cultura.

 

 

Con un recién llegado Joe Vasconcellos a la banda, luego de la partida de Pancho Sazo para dedicarse a estudiar un doctorado en filosofía en Bélgica, en este año se publica el debut de Congreso con esta formación. Su quinto álbum, “Viaje por la cresta del mundo”, nos lleva precisamente a recorrer paisajes sonoros que van desde los sonidos andinos en el clásico “Hijo del sol luminoso”, hasta la experimentación con sonidos provenientes de la cultura mapuche con “Hijo del diluvio”.

Este sería sólo el comienzo de una banda mucho más orientada al rock progresivo que antes, pero siempre del lado de la fusión latinoamericana. También es el primero de cinco grandes álbumes que nos dejarían antes de cerrar la década con “Para los arqueólogos del futuro”.

 

 

Ligados al folclore urbano y el Canto Nuevo, este año Santiago del Nuevo Extremo publica su álbum más emblemático, “A mi ciudad”. Este abre con una canción homónima, la más emblemática de su carrera, la cual es un relato de la ciudad de Santiago en clave folk pero con instrumentación eléctrica. El punto más interesante es un breve pasaje sonoro al final del disco, en “Sin Remordimiento”, canción instrumental que demuestra la calidad de los músicos de la banda. No es difícil entender cómo es que de los ensayos sin voces, años más tarde surgiría Fulano.

 

Antes de escribir el jingle para la campaña del NO, Edgardo Riquelme tuvo una basta trayectoria en diversos grupos de jazz eléctrico, y es precisamente en 1981 que lanza su único álbum junto a Tercera Generación. En compañía del baterista Alejandro Espinosa y el contrabajista Jaime de Aguirre, se dedican a dominar estándares del género en clave jazz rock, aunque incluyendo una composición original llamada “Alianza”. Disco imperdible, aunque poco conocido, de la guitarra eléctrica jazzera y las baterías estridentes de los 80’s.

 

https://www.youtube.com/watch?v=1j_iwR5QcXY

 

Miguel y Jorge Riquelme formaban parte de Arena Movediza hasta que Arturo Acuña, baterista de la banda, decide abandonar la formación en los 70’s. Es entonces cuando deciden seguir explorando otros terrenos musicales, formando Jose Miguel y El Grupo Systema con quienes lanzan un par de canciones que están a medio camino entre el rock pesado y la balada italiana. 

 

Por último, otro clásico de la música chilena vino de la mano del controvertido Óscar Andrade, músico que se paseó por los canales de televisión con una guitarra acústica y sonidos provenientes del Nuevo Canto y la música con contenido crítico. Sin embargo, también es sabido su gusto por el rock progresivo, lo cual queda evidencia en “Noticiero Crónico”, que utiliza tanto vientos como guitarra eléctrica por igual para otorgar matices al tema.

Simulando la transmisión de un noticiero televisivo, la letra va comentando diversos temas sociales de la época mediante frases como “Por un gol a cero se ha vencido, al alza del pan y a otras medidas, que implementaran el desarrollo, de una creciente economía”.

 

Faltarían un par de años para que bandas como Los Prisioneros marcaran la pauta del rock de masas durante el resto de la época, y también para que, en paralelo, se comenzara a incubar una escena underground donde nacieron las primeras bandas de punk y metal chileno, agrupaciones que lograrían salir a la luz una vez finalizada la dictadura, aunque eso ya es material de la próxima parte de esta serie de artículos.

Parte 1: 1971

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