La tienda que ocupó un lugar central en la escena musical chilena a lo largo de sus 20 años de existencia, importando y difundiendo por primera vez gran parte de los grupos y solistas internacionales que se escucharon en los ’80 y ’90, -y productora que lideró el renacimiento del rock chileno de los 80, con bandas como Los Prisioneros, Aparato Raro, Emociones Clandestinas, Nadie y La Ley- celebra 40 Años de un trabajo que aun continúa su creador Carlos Fonseca en 2021, con la publicación en vinilo y CD de los dos primeros discos que editó Fusión como sello discográfico.

HISTORIA PREVIA 
En julio de 1980, Carlos Fonseca regresa a Chile, había pasado 9 de sus 18 años viviendo en Argentina junto a sus padres. Chileno, nacido en Lima, Perú, a los 3 años su padre regresa a Chile y a los 10 parte para Buenos Aires.

A lo largo de ese periplo, Fonseca alimenta un precoz amor por la música, escuchando a Bob Dylan, los Rolling Stones y comprando su primer disco a los 4 años, Rubber Soul de los Beatles.

En Argentina su interés por la música crece de manera exponencial, gracias al sólido movimiento del rock nacional argentino que nace en 1967 y en 1971. Cuando Fonseca llega a Buenos Aires, ya tiene como ídolos a Luis Alberto Spinetta, Gustavo Santaolalla y el debutante Charly García.

Incontables recitales, días enteros recorriendo tiendas de música, intercambiando discos en la plaza, leyendo revistas y libros de música, ocupan la vida de Fonseca, quien a los 14 años decide dedicarle su vida a la música, no para hacerla sino para promoverla.

Su objetivo inicial es colocar una tienda de discos, como en las que se pasa horas a la salida, junto a su hermano Jaime, contando la gente que sale con paquetes, así puede convencer a su padre Mario Fonseca que invierta en poner una propia.

En 1979 realiza su primer trabajo, montando para un tercero una disquería en Buenos Aires, haciéndose cargo del pedido inicial para surtirla, dedicándole tres meses a preparar una compra de 15.000 vinilos a Tower Records en San Francisco, California.

Fonseca trata de traspasarle sus ideas al dueño, sugiriéndole que coloque una TV con pantalla gigante en la vitrina y que la llame Fusión, tal como él había imaginado la suya, pero el dueño no se interesa y le pone de nombre La Vitrola. Fonseca renuncia días antes de la inauguración.

FUSIÓN

Cuando Carlos Fonseca llega a Chile, se da cuenta rápidamente de la precaria situación de la música local y del precio que ha pagado la cultura chilena por los años de dictadura.

Aún así, termina de convencer a su padre de que invierta en una disquería y a finales de 1980, se dedican a la tarea de buscar un local. Lo encuentran en la tradicional Galería Drugstore de Providencia, un sitio de mucha historia con la escena rockera y hippie del Santiago de los años ’60, el lugar ideal.

El 30 de abril de 1981 abre Fusión, en Providencia 2124, locales G y H, aparte de su catálogo de partida con más de 3.000 títulos diferentes -que llegaría a 8.000 con los años y las expansiones de la tienda- uno de sus atractivos era una gran pantalla de TV en la vitrina que pasaba videos de música todo el día.

Como había instalado la disquería a pesar de que no existía un ambiente musical que la impulsara, Fonseca se propone la tarea de abrir la mayor cantidad de puertas posibles para ir generando ese espacio.

Comienza a escribir la columna de música de la Revista Mundo, que repartía mensualmente la tarjeta de crédito Diners Club a 50.000 suscritos. Aquí hablaba de los discos que traía Fusión, cubriendo estilos como el rock, el jazz, el pop y en particular los nuevos artistas del new wave inglés y norteamericano, además del rock argentino, español y chileno de la época, publicando el primer artículo sobre Los Prisioneros en abril de 1983.

Estos escritos al principio los firmaba con el pseudónimo Alberto Velasco (su segundo nombre y apellido), para que no se repitiera con el de su hermano Mario que era director de la revista, así se daba mucho la situación que Fonseca atendía público en Fusión que le pedía discos que había recomendado Alberto Velasco.

Paralelamente, comenzó a realizar el programa Fusión Contemporánea en Radio Beethoven, que iba 4 veces a la semana, donde tocaba la música de la que escribía en sus artículos. Ahí se presentaron por primera vez los demos que grabaron Los Prisioneros en Fusión, en un programa especial de nueva música chilena que se transmitió en diciembre de 1983.

Fonseca también comenzó a producir conciertos en vivo realizados bajo la marca de Fusión. Entre 1982 y 1983 realizó uno en el Teatro Apoquindo y otro en el Teatro Cariola con los grupos de jazz fusión Cometa y Mantram.

LOS PRISIONEROS 
Aún estaba pendiente la generación de una escena local, con la pura importación y difusión de artistas extranjeros no iba a nacer un movimiento. A Fusión llegaba público preguntando por música chilena y lo único que había para ofrecer eran discos de bandas forjadas en los años 60, buena música pero desconectada con la gente joven.

En marzo 1983 Carlos Fonseca ingresó, con la intención de estudiar musicología, a la carrera de Licenciatura en Música de la Escuela de Artes de la Universidad de Chile. Allí se encontró con una serie de jóvenes que destacaban entre los demás porque tenían más interés en el rock que en la música clásica y porque habían formado bandas con sus amigos.

A Fonseca le tocó la misma clase con Jorge Gonzalez e Igor Rodríguez (luego de Aparato Raro). Primero entabla relaciones con Rodríguez y luego con González, con este último inicia una amistad y lo invita varias veces a escuchar música a Fusión. En la clase lo ve escribiendo letras para sus canciones y se sorprende con el humor certero de “Latinoamérica es un pueblo a sur de EE.UU”.

En Fusión, Fonseca le ofrece a González apoyo para lo que quiera hacer con su banda, aun sin nombre y le pide que cuando grabe algo se lo muestre.

Rápidamente Fonseca se da cuenta que no le funciona juntar los estudios con el trabajo de la tienda, los programas de radio y los artículos, así que se retira de la facultad en junio.

Para fin de ese año planea hacer un programa especial con nueva música chilena, hace llamados por radio y prensa, también le manda mensajes a González y a Igor Rodríguez, por medio de un amigo en común de la universidad, para que graben y manden música.

Así es como un lunes de septiembre de 1983, llega Jorge Gonzalez a Fusión para reunirse con Fonseca y mostrarle una canción que grabó el fin de semana más otras en vivo tomadas de un concierto en el colegio Miguel Leon Prado, donde había debutado en agosto con el nombre Los Prisioneros junto a Miguel Tapia y Claudio Narea.

Ya el nombre de la banda le parece atractivo y cuando pone el casete lo primero que siente Fonseca es una urgente necesidad de mostrar lo que escucha, porque la gente de Chile y Latinoamérica necesita escucharlo también. La certeza es fulminante, en especial con la canción “La voz de los ’80“.
Su primer comentario es que la música y la letra están increíbles, pero no suena bien, hay que grabarlo de nuevo, antes del programa y hay que registrar más canciones.

Así fue como una noche del feriado del 18 de septiembre de 1983, se juntan Los Prisioneros en Fusión para montar sus instrumentos y grabar sus primeros 14 demos en la oficina de Fonseca, ubicada en el segundo piso de la tienda. Ese es el material que se estrena en el programa Fusión Contemporánea, del 31 de diciembre, siendo esta la primera vez que suenan Los Prisioneros en la radio.

Entusiasmados con el resultado de los primeros demos, que aún tienen un sonido precario pero donde ya brillan las canciones de González, Fonseca instala un mejor sistema en Fusión para grabar una segunda camada de canciones durante el verano de 83-84. Para marzo ya se ha juntado suficiente material y surge la necesidad de grabar un disco.

Por una recomendación de Claudio Narea, Fonseca contrata el estudio de Francisco Straub, ubicado en la calle Vichuquen de la comuna de Santiago, donde graban 12 canciones. Al escuchar la mezcla se dan cuenta que el ingeniero cometió el error de hacerla a una velocidad más rápida y Fonseca decide dejar el estudio y contratar el mejor lugar para grabar en Santiago, Estudio A de Alejandro “Caco” Lyon, donde se mezcla el master definitivo.

El 13 de diciembre de 1984 Fusión lanza el álbum La Voz de los ’80 en una primera edición de 500 casetes. A comienzos del siguiente año se agota una segunda edición, por lo que Fonseca gestiona un contrato de distribución con el sello EMI y se da inicio al resto de la historia de Los Prisioneros.
APARATO RARO
El otro músico con banda que conoce Carlos Fonseca en la Universidad de Chile es Igor Rodriguez, quien también le envía una cinta con las canciones de su grupo Ojo de Horus, junto al baterista Juan Ricardo Weiler, para el programa de Radio Beethoven. El grupo es de linea progresiva, pero influenciado por Jorge Gonzalez y Los Prisioneros, Igor cambia la linea musical de la banda, la rebautiza Aparato Raro y desarrolla un estilo tecno, importante género de la new wave mundial que ya inundaba las radios.

Durante 1984, mientras ya se graba el primer álbum de Los Prisioneros, Fonseca asiste a un ensayo del nuevo Aparato Raro, donde además participan el guitarrista Boris Sazunic y el tecladista Rodrigo “Coti” Aboitiz. Les ofrece grabar un disco y se ven beneficiados al entrar directamente al estudio de Caco Lyon sin haber tenido que pasar por la experiencia de Los Prisioneros.

El casete homónimo de Aparato Raro sale en marzo de 1985, cuatro meses después de La Voz de los ’80. En su momento, los medios de difusión lo programaron mucho, en particular la radio y la TV, a quienes no les caía muy bien la actitud de Los Prisioneros pero no querían perderse este movimiento al que se habían acoplado con la llegada del rock argentino.

A los oídos menos despiertos, Aparato Raro sonaba mas radial que Los Prisioneros y a la censura de los medios oficiales de la época pasaron desapercibidas las letras de sus canciones, mucho más de protesta anti dictadura que las de Los Prisioneros, que eran más de crítica social y juvenil.

En el primer single “Calibraciones”, Fonseca tuvo que pedirle a Igor Rodríguez  que cambiara un par de palabras que superaban el limite de lo posible para publicar en esos años. Con toda esa difusión, Aparato Raro fue un éxito de ventas, consiguiendo el disco de oro a menos de un año de su publicación.

La historia de Aparato Raro no fue larga, como la de todos los grupos de esa época. Conflictos internos hicieron que Juan Ricardo Weiler -figura importante en el grupo y en los conciertos en vivo- renunciara mientras aun se grababa el primer disco y fue reemplazado por Mauricio Guerrero.

Luego, antes de la grabación del segundo álbum, Blanco & Negro para el sello EMI, renuncia el guitarrista Boris Sazunic. Los remplazos en ambos casos no llegan a la altura de los músicos que dejan el grupo y como último recurso, a comienzos de 1987, Fonseca convence a Andrés Bobe para que se incorpore como guitarrista, Bobe es el líder de Paraíso Perdido, otra banda que Fonseca produce y esta unión es con la doble intención de juntarlo con Coti Aboitiz para que hagan música juntos.

Aparato Raro dura unos meses más, a mediados de 1987 se desintegra y además de dos excelentes discos, queda el germen de lo que se transforma en La Ley, cuando Fonseca junta a Andrés y a Coti con Shía Arbulú, cantante y tecladista de otra banda que produce (Nadie) y los hace grabar en el verano de 1988 el primer EP de La Ley para el sello Fusión.

 

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